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Bolivia: un estallido de colores y tradiciones

En una geografía caprichosa que mixtura altiplano con valles, selva con escenarios inhóspitos y lagos con ríos, Bolivia ofrece múltiples alternativas. Además de los imponentes paisajes, reserva tradiciones y costumbres ancestrales.
Blanco, purísimo, inmaculado, interminable, mágico. En ocasiones se asemeja a un enorme manto de hielo, otras veces a un desierto inabarcable o a un espejo reflejado por el sol que crea imágenes en suspensión y espejismos. Alquimia de la naturaleza que se transmuta para ofrecer postales únicas. Así es el salar de Uyuni, que irrumpe en el sudoeste de Bolivia.
Con más de 12 mil km2 y a más de 3.600 m. sobre el nivel del mar, es considerado uno de los mayores salares del mundo y un espectáculo para no perderse, pues el tono monocromático se interrumpe con el límite impuesto por las montañas y por las islas que albergan cactus y extrañas floraciones. Luego, el paisaje despliega una amplia paleta de colores a través de las lagunas que emergen del Parque Nacional Eduardo Avaroa. Como por arte de magia, el agua vira al rojo, verde, amarillo y celeste -así de hecho se denominan a los espejos de agua- cuando avanza el día. La laguna Colorada contrasta además por sus manchas rosadas de los 30 mil flamencos de tres variedades que la utilizan como su morada.
Cerca de allí despunta Colchani, un pueblo de unas 70 familias donde se extrae la sal con procesos rudimentarios y manuales de modo de poder preservar la belleza del lugar. Para recorrer la zona es indispensable tomar un guía, siendo la mejor época de julio a noviembre.

Presente y pasado.
Tierra de misterios, Bolivia muestra sólo algunos rincones, como el lago Titicaca, cuya atmósfera está cubierta por leyendas. Dicen que el sitio se formó con las lágrimas que derramó el dios del sol cuando los pumas devoraron a sus hijos. El halo de misterio se percibe cuando uno se lanza a navegar en las totoras -embarcaciones típicas-, en la inmensidad de un lago que se extiende por más de 8.300 km2, a más de 3.810 m. sobre el nivel del mar, lo que lo convierte en el espejo de agua más alto del mundo y de mayor superficie de Sudamérica.
Sus aguas albergan una extraordinaria fauna que abarca patos, peces como el suche, el carachi y la trucha. En su flora destaca la totora, que también sirve de alimento al hombre y al ganado. El lago Titicaca, que Bolivia comparte con Perú, tiene 41 islas, algunas de ellas pueden visitarse, como las del Sol, la Luna y Suriqui.
La huella del pasado se encuentra incólume en este sitio. En Tiwanaku, a 70 km. de La Paz, yacen los restos de una antigua civilización que existía cinco siglos antes de Cristo y perduró por unos 1.500 años. El pueblo tenía un gran desarrollo en su economía, que se ponía de manifiesto en su agricultura capaz de abastecer a la población actual de Bolivia. También eran buenos guerreros y llegaron a conquistar todas las otras culturas que habitaban alrededor del lago y en gran parte del altiplano.
Para conocer estos lugares lo mejor es partir desde La Paz, sede del gobierno. Salpicada de edificios coloniales, es una ciudad donde lo tradicional convive con la modernidad. Junto a los hoteles están los mercados frecuentados por mujeres vestidas con sus mantas de colores y faldas amplias.

Naturaleza en su máxima expresión.
Al noreste de Bolivia la naturaleza emerge con toda su magnificencia e invita a los amantes de la ecología a recorrer sus bosques, pantanos y sabanas por donde discurren los ríos. En plena selva, entonces, los visitantes podrán descubrir monos, jaguares, anacondas, caimanes de río y más de 200 especies de aves. En ese escenario se esparcen diversas poblaciones que mantienen sus costumbres tradicionales, como los tacanas, al norte de La Paz; yaminawas, esse ejjas y pacahuaras, en Pando; araonas, chacobos y chimanes, en Beni.
Una muestra de todo eso se puede ver en la Estación Biológica del Beni, Reserva de la Biósfera, Parque Nacional Madidi, Refugio de Vida Silvestre San Rafael, así como las lagunas de Beni y Pando, y el refugio Dorado, entre otros.
Otra de las regiones para conocer es el centro y extremo este, donde se pone de manifiesto una trama de ecosistemas y una biodiversidad única. El Parque Nacional Isiboro-Sécure emerge entre sierras y llanuras con una exuberante vegetación regada por ríos y lagunas. Por el tipo de paisaje es ideal para los amantes del ecoturismo. Para quienes deseen ver algo más que fauna y flora, el Parque Nacional Carrasco atesora sitios arqueológicos como las ruinas de Inkahuasi, al igual que caminos precolombinos y poblados autóctonos. Por su parte, el Parque Nacional Noel Kempff Mercado está delineado por grandes farallones y cataratas que se deslizan desde las serranías. En sus bosques húmedos y sabanas se encuentran tigresillos, monos, caimanes y más de 600 especies de aves.

Bellas urbes.
Potosí creció al ritmo de la plata, ya que por su enorme potencial en el siglo XVII se convirtió en una de las tres ciudades más importantes del mundo. De esos tiempos de gloria subsiste su fisonomía urbanística, empapelada de plata y delineada por arquitectura refinada. Un ejemplo de ello es la Casa de la Moneda, cuya construcción se inició en 1750, y que deslumbra por su pinacoteca, colecciones de muebles y tejidos.
Comenzando siempre por la plaza principal, el turista se topará hasta el cerro Rico con más de 80 iglesias y restos de hace más de cuatro siglos. Una vez en la montaña, el viajero descubrirá más de 5.000 túneles realizados por las actividades mineras en la explotación de la plata.
Otra ciudad que invita a ser visitada es Sucre, capital constitucional del país, que se destaca por su riqueza colonial. A 65 km. se encuentra Tarabuco, que expresa su personalidad autóctona a través de sus raíces ancestrales y el vestuario tradicional de sus habitantes.
Cochabamba y Santa Cruz forman parte del mapa de una travesía cultural, aunque también disponen de infraestructura para la organización de eventos, con lo cual es ideal para viajes de negocios.

BOLIVIA
Clima: el clima es variado; frío en el altiplano, templado en la zona de los valles y cálido en los llanos. La época de lluvias dura de diciembre a marzo.
Hotelería: la mayoría de los hoteles de primera categoría se encuentran en La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y Sucre. También hay establecimientos de 3 y 4 estrellas en Oruro (desde donde se puede visitar el salar de Uyuni), Potosí y Tarija, entre otros.
Gastronomía: la comida es muy condimentada en el Altiplano. No ocurre así en el oriente boliviano.
Recomendación: para evitar el malestar por la altitud se recomienda consumir azúcar o dulces de caña de azúcar y mates de coca.  

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