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Danxia: un auténtico baluarte del erotismo

Imponentes y explícitas formaciones rocosas; además de un museo del sexo: todo esto tiene para ofrecer la montaña de Danxia y sus alrededores. Un auténtico homenaje al erotismo.
A la hora de hablar de sexo, quienes integramos las filas del género masculino solemos flamear una banderita con la siguiente inscripción: "No importa el tamaño, sino la calidad". Sin embargo, esta banderita caerá inmediatamente en el baúl de objetos inservibles para todos aquellos (y, particularmente, aquellas) que puedan visitar la montaña Danxia y sus alrededores, situada en la ciudad de Shaoguan (China). Gigantescas formaciones con siluetas semejantes a penes, vaginas, pechos femeninos y nalgas se erigen en este enclave, para delicia de los amantes del erotismo.
Imagínense ustedes, niñas, una foto junto a un miembro masculino alto como un edificio de seis pisos. Y ustedes, cultores del pubis angelical: quién no ha soñado con meter las narices en una descomunal vagina de casi 2 m. de altura.
"Esta montaña, famosa por su orografía arcillosa, es conocida como el ´Parque de los Desnudos´ por sus piedras con formas parecidas a penes, cuevas escarpadas como vaginas y rocas con forma de pechos", destacó el diario China Daily, en una reciente edición.
Imagine, caro lector o lectora, que para recorrer este sitio decide llevarse el libro "Música de cañerías", de Charles Bukowski, debajo del brazo; se detiene luego frente a alguna de estas formaciones geológicas y, como un auténtico acto de homenaje al erotismo, comienza a leer un fragmento del cuento "Decadencia y Caída": "El la levanta y la besa, luego la lanza sobre el sofá. Se le echa encima, besándola y rasgándole la ropa. Luego le quita las bragas y se pone a darle al asunto. Mientras está dándole, ella mira desde abajo para ver si los miro. Ve que sí y empieza a retorcerse como una serpiente enloquecida. Así que se lanzan al asunto hasta el fin. Después, ella se levanta, se va al cuarto de baño, y Al a la cocina por más cerveza. ‘Gracias "dice cuando regresa"; ayudaste mucho’".
El libidinoso enclave -ubicado cercano a la ciudad de Shaoguan, en la provincia de Guandong- fue declarado por la Unesco como uno de los 28 parques geológicos universales. Por muchos denominado "Sexylandia", recibe anualmente a más de 600 mil turistas, quienes se extasían contemplando la similitud de las formaciones con las zonas más erógenas del cuerpo. Sobre todo, con los falos de piedra roja, lo que hace reflexionar a muchos estudiosos sobre el origen de estas esculturas.
La conformación del paisaje, también llamado "el jardín natural del nudismo", no es sin embargo un descubrimiento reciente de la actividad turística. La dinastía Sui, que gobernó China entre los años 581 y 618 después de Cristo, tomaba a la montaña de Danxia como un santuario religioso donde cada año se organizaban peregrinaciones. Este mismo sentido trascendental es el que ha movido a los habitantes del lugar a accionar en pos del desarrollo turístico.

El sexo, tambien presente en un museo.
Sitios como éste se erigen como auténticos homenajes a la popular frase "me importa un pito". Aquí, señores, el pito importa, y bastante. Tan importante resultan los órganos genitales en este peculiar parque, que a poco de andar sobre las laderas de la montaña Danxia es posible llegar a un "museo del sexo", ubicado en la cima e inaugurado a principios de año. El establecimiento ocupa un espacio de 2,4 km2, y tuvo un costo de un millón y medio de euros. Entre sus doce salones temáticos se destacan los dedicados al "Sexo en el agua", "Sexo en la tierra", "Sexo en la caligrafía china" y "Sexo en la Literatura".
"Este museo es una perfecta integración de la cultura sexual y el turismo. Una combinación de la naturaleza con la cultura sexual, que incluye los principales documentos y objetos del deseo humano, además de la historia del comportamiento sexual", asegura la agencia china Xinhua.
De este modo, la montaña Danxia se erige como un sitio en el que se combinan a la perfección la naturaleza plena y el erotismo. De todos modos, vale un consejo para quien la visite: tras un recorrido de un par de horas, es aconsejable obligarse a sí mismo a salir del lugar. No sea que al visitante le suceda como a aquella pareja danesa, cuya mujer se abrazó fuertemente a la gigantesca estatua con forma de pene: en vano su esposo la tironeó durante horas, intentando sacarla de allí.

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