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Los usos de la planta ancestral

Ubicado en la calle Palacio 122, de Cusco, este museo es un interesante secreto que esconde la ciudad, muy poco difundido en las guías de turismo. Este pequeño espacio informa sobre la historia del uso, “el bueno y el malo”, de la hoja de coca y su transformación en cocaína, además de poder comprar chocolates y caramelos, vino y cerveza, té y energizantes, pisco y barritas de cereal, todo ello hecho en base a la coca como materia prima.

Cuando Sigmund Freud se adjudicó la excentricidad de haber sido el primer hombre en esnifar cocaína en los albores de 1900, en los Andes americanos, los hombres y mujeres que habían adoptado la costumbre de chacchar la hoja desde tiempos inmemoriales ni sospechaban que aquel acto se convertiría en un suceso mundial hasta concluir con la decisión de la ONU de prohibir, en 1920, la producción y consumo de lo que aún hoy es un símbolo de la cosmología de las culturas andinas.

El Museo de la Coca de Cusco (ubicado en la calle Palacio 122) apenas aparece entre los sitios recomendados de visitar en esta ciudad del sur de Perú, donde cada calle esconde una historia y cada plaza atesora un recuerdo.

Pero es en este pequeño espacio donde el visitante de estas tierras de fuerte cuño inca puede aprender sobre la historia del uso, “el bueno y el malo”, de la hoja de coca y su transformación en cocaína, además de poder comprar chocolates y caramelos, vino y cerveza, té y energizantes, pisco y barritas de cereal, todo ello hecho en base a la coca como materia prima.

Pero antes es necesario introducirse en la historia de la hoja de coca y su significado para las culturas ancestrales andinas, un viaje al que se accede a través de las salas del museo, perfectamente pensadas para captar la atención del visitante, y siempre orillando “entre lo lógico y lo controversial”, como reza su eslogan.


EL VIAJE DE LA COCA.


En 1859 Albert Nieman logra extraer el alcaloide de la coca y nace la cocaína. Sin embargo, muchos años antes ya se había dado el primer paso de la transformación de la hoja.

La primera actitud de los conquistadores frente a la coca fue de corte abolicionista. Los españoles determinaron que la planta era una viva expresión del demonio en la tierra y prohibieron su producción, distribución y consumo.

Más temprano que tarde, los españoles vieron que las minas de Potosí y Oruro perdían productividad a medida que la “ley seca” se mantenía vigente. Fue así que se consideró más adecuado “evangelizar” la hoja de coca convirtiéndola en un bien de cambio y una materia prima de exportación.

En el Viejo Continente la hoja de coca hace su presentación como “el afrodisíaco de América”.

De la misma manera, la planta ingresa a los laboratorios y es incluida en los manuales de la época bajo el nombre científico “Erythroxylum coca”. Los experimentos se extienden hasta el rubro gastronómico. Así, en 1863, nace en Francia el primer vino de coca de la historia, denominado “Mariani Wine” en honor a su inventor.

Es en esta etapa que la hoja vuelve a cruzar el Atlántico, esta vez rumbo a Estados Unidos. En el país del norte la coca es consumida periódicamente para combatir dolencias y malestares. Hasta que llega una de sus mutaciones más famosas: en 1884, el científico John Pemberton extrae de la coca un jarabe dulzón y lo patenta como un eficiente digestivo: nacía la coca cola.

Mientras tanto, en la Europa de la preguerra se da el primer caso de pulverización de las pastillas de cocaína y se sientan las bases del consumo vía nasal, que ingresando a la década de 1920 se populariza y comienza a convertirse en un problema de salud pública mundial. Es en esa etapa cuando la ONU prohíbe la sustancia. La noticia llega a América del Sur, donde no se comprende la razón de la decisión, ya que en estas tierras la hoja de coca seguía siendo el sustento de miles de personas que vivían al amparo de los Andes.

Una expedición de la ONU ratifica los efectos energizantes y estimulantes de la planta, pero determina que los niveles toxicológicos de la hoja son ínfimos comparados con los de la cocaína. De hecho, se llega a comprobar que una persona debería pichar 150 kg. de hoja de coca de manera continua para lograr los mismos efectos que produce el esnifar una línea de cocaína.

En la actualidad, el proceso de producción de coca es legal en todo el territorio de Bolivia y parte del de Perú, siempre y cuando este proceso sea completamente natural.

TIPS PARA EL VIAJERO

Dónde: Palacio 122, Cusco.

Cuándo: abierto todo el año.

Cuánto: la entrada cuesta $ 30 (el domingo es sin cargo).

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