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Barrios históricos de América Latina

Son el alma de cada ciudad. El bastión que ha conservado sus encantos y misterios coloniales. Las calles, las casas, la historia; pero también cierta energía única que les otorga su identidad. Estas cuatro ciudades americanas (Cartagena con su ciudad amurallada, La Habana Vieja con sus calles detenidas en el tiempo, el vibrante Pelourinho en Salvador de Bahía y la Ciudad Vieja de Montevideo ) cuentan con deslumbrantes barrios históricos, con mucho por recorrer y conocer.

CARTAGENA: EL CORRALITO DE PIEDRA.

Las impactantes murallas, erigidas para defender uno de los puertos más ricos de la colonia española, delimitan el Corralito de Piedra. Son 11 km. levantados entre los siglos XVI y XVIII que deslumbran por sus baluartes y las bellas vistas sobre el Caribe.

Patrimonio Histórico de la Humanidad de la Unesco desde 1984, en su perímetro se multiplican las calles que parecen detenidas en el tiempo, los caserones con balcones trabajados, los museos, iglesias, hoteles boutique, bares y restaurantes.

Algunas de sus edificaciones emblemáticas son la Iglesia y Convento de San Pedro Claver (1580); y la iglesia de Santo Domingo (1690) –donde se destaca la capilla marraja–. En frente, la plaza del mismo nombre invita a una pausa en alguno de sus muchos bares y restaurantes. También es un clásico la foto junto a Gertrudis, una de las gordas más retratadas del célebre Pedro Botero.

La Casa del Marqués y la Casa de la Aduana son otras construcciones coloniales destacadas. Entre los museos sobresalen el Palacio de la Inquisición, que ocupa un bello edificio colonial y barroco; y el Museo del Oro Zenú, con delicadas reliquias precolombinas.

La torre del Reloj, frente a la Plaza de los Coches, es una de las postales del destino. A pasos de allí, en el portal de los dulces, el viajero podrá disfrutar de algunas de las delicias locales.

Las Bóvedas, un conjunto con 47 arcos y 23 bóvedas que tuvo uso militar, es hoy uno de los sitios más pintorescos para comprar algún recuerdo.

LA HABANA VIEJA.

La imponente arquitectura de La Habana, su malecón sobre un mar decididamente azul, su singularidad y su historia, convierten a esta ciudad en la capital más bella de América Latina. Un paseo por la Ciudad Vieja, donde se encuentra gran parte de sus edificaciones de interés histórico, lleva a adentrarse también en sus encantos más impalpables.

El recorrido puede comenzar en la plaza de la Catedral para conocer este templo barroco, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1992. Además de sus frescos y el trabajo de su altar mayor, destacan particularmente su original fachada, que parece tallada en piedra ondulada, con columnas desiguales; y su techo de tejas. Justo a la vuelta es imperdible el bar La Bodeguita del Medio y su tradicional mojito.

Muy cerca de allí, ya frente al mar, se encuentra el Castillo de la Real Fuerza, la fortaleza más antigua de la isla (1558), y probablemente también la más bella. Una de sus torres está adornada con la famosa Giraldilla, símbolo de la ciudad, veleta que un gobernador bautizó de ese modo en honor a la Giralda de su Sevilla natal. Al otro lado de la bahía de La Habana se aprecia el imponente conjunto defensivo de El Morro y La Cabaña.

La Plaza de Armas, donde sobresale el Palacio de los Capitanes Generales; o la Plaza Vieja, con sus bellas recovas, son también imperdibles. Cerca del puerto, otra de las plazas del centro histórico es la de San Francisco de Asís, donde se levanta la basílica del mismo nombre; y el bello edificio de la Lonja de Comercio. El resto es perderse por calles de sugerentes nombres coloniales para descubrir rincones con encanto.

SALVADOR: EL PELOURINHO.

Salvador, capital del estado de Bahía, es también considerada por muchos la capital cultural de Brasil. Su fuerte identidad y su marcada impronta africana se conocen caminando las calles del Pelô, como llaman familiarmente los locales a este barrio, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1985.

Las coloridas casas de dos pisos de estilo colonial portugués, los espacios culturales de los que brota música a cada paso, las iglesias barrocas cargadas de oro hasta el límite de lo posible, son algunos de los encantos del Pelourinho. En sus calles de piedras irregulares hay unos 3.000 edificios de interés histórico que datan de los siglos XVI a XIX. Iglesias, museos, teatros, anticuarios, galerías de arte, bares y tiendas invitan a detenerse a cada paso.

Entre los imperdibles, la Iglesia y Convento de São Francisco (siglos XVII y XVIII), son considerados las expresiones más ricas y singulares del barroco brasileño. La impactante fachada, sus bellos azulejos portugueses y un interior deslumbrante, donde destacan las figuras de ángeles, flores y hojas recubiertas de oro, son algunos de sus atractivos.

Frente al emblemático Largo do Pelourinho sobresalen la Fundación Casa de Jorge Amado, donde se puede conocer más de la vida y obra del famoso escritor; y la iglesia de Rosario dos Pretos, levantada por esclavos africanos con notable austeridad.

Luego de pasar por el Terreiro de Jesus y la Plaza da Sé, una de las vistas más hermosas de la ciudad es la que se aprecia desde el Elevador Lacerda, ascensor que une la parte alta con la parte baja de la ciudad. Además de regalar increíbles atardeceres, este punto permite fotografiar desde lo alto el Mercado Modelo y el fuerte São Marcelo, en medio del mar.

LA CIUDAD VIEJA DE MONTEVIDEO.

El casco histórico de Montevideo, antiguamente rodeado por murallas, comienza hoy oficialmente en la llamada Puerta de la Ciudadela frente a la céntrica Plaza Independencia. Desde allí, las calles llenas de encanto se replican por unas 12 cuadras ideales para recorrer a pie, en las que hay mucho por visitar.

El paseo por la peatonal Sarandí lleva a apreciar interesantes fachadas republicanas y art decó, detenerse en históricas librerías o conocer la interesante obra del artista local Torres García, fundador del universalismo constructivo, en el museo que lleva su nombre.

Un imperdible es el Teatro Solís, inaugurado en 1856, principal escenario de Uruguay, donde se puede realizar una interesante visita guiada.

Otra parada obligada en la Plaza Matriz, fresca y arbolada, donde frecuentemente se instala una feria de antigüedades. En el centro, la bella fuente de mármol fue inaugurada en 1871, cuando la ciudad estrenó su servicio de agua potable. Frente a ella se encuentran la Catedral Metropolitana, de estilo neoclásico, y otros edificios de interés como el Cabildo.

Las calles adoquinadas llevan hasta un sitio perfecto para terminar el paseo: el Mercado del Puerto. Su impresionante estructura de hierro alberga hoy en día coloridos locales, ateliers de artistas y muchas parrillas, donde se sirven las deliciosas carnes locales y las infaltables achuras. Un local especial es Medio y Medio, creador de un particular trago típico, mezcla de espumante y vino, que se convierte en una refrescante pausa. En las calles que circundan el mercado hay una colorida feria de artesanías y souvenirs que, junto con los músicos, bailarines y otros artistas callejeros, cierran con broche de oro el recorrido.

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