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Ciudad del Cabo: el principio de un mundo

Ubicada en el extremo suroccidental del continente africano, la pujante metrópoli marcó el comienzo de la nación sudafricana. La cinematográfica bahía del Waterfront, los viñedos salpicados de pueblitos y las reservas naturales de Table Mountain son pasos obligados al momento de visitar esta urbe multicultural.

La piel resiente el día soleado y se sosiega con una leve brisa húmeda; la vista registra los yates inmaculados sobre el agua azul, edificios de estilo victoriano de fondo y una gran rueda de la fortuna a la derecha; el oído capta el graznido de las gaviotas y la música tenue de bandas en vivo; las narinas se hinchan con el aroma de los frutos de mar cocidos, y la boca empieza a desearlos. Esta imagen multisensorial podría haberse extraído de un mundo ensoñado, pero así se presenta el Waterfront de Ciudad del Cabo ante el visitante, al asomarse a sus terrazas. Nada mal para una primera impresión.
Localizada en el extremo suroccidental del continente, Ciudad del Cabo se distingue por ser la primera ciudad del país: la nación sudafricana empezó aquí. Este hecho la dota de una gran diversidad cultural y muchas historias por contar, lo que se suma a un cálido clima mediterráneo que combina mar y montañas.
Volviendo a la postal del Waterfront, en este paraje se puede seleccionar entre decenas de opciones gastronómicas, desde los pescados y mariscos de Greek Fisherman hasta enormes hamburguesas al uso norteamericano en Spur. En la adyacencia está el shopping V&A, ideal para tomar un yogur helado y luego hacer un paseo de compras.
Una caminata por la calle principal de la zona comercial, Adderley St., revela una constante fluctuación de gente con ropa de colores brillantes; y no sería extraño en absoluto encontrarse con sets de filmación en plena vía pública: a Ciudad del Cabo llegan producciones de todas las latitudes, puesto que los costos son bajos y la estética urbana es tan pulcra que, a fines prácticos y ficcionales, podría tratarse de cualquier metrópoli del mundo.

TABULA RASA.
Visible desde cualquier punto de Ciudad del Cabo, y formada geológicamente hace 600 millones de años, Table Mountain debe su nombre a su cima achatada, cual si fuera una meseta.
La manera más práctica de subir a este verdadero ícono nacional, hoy convertido en área protegida por su flora y fauna, es a través del teleférico, cuyo piso irá rotando para que los pasajeros puedan disfrutar de un panorama de 360º mientras se trasladan. La cabina recorre en un santiamén los1.200 m. que separan la base de la elevación y es el momento de desplegar los equipos fotográficos, porque desde aquí se obtienen los mejores planos de Lion’s Head (otra formidable formación geológica), la ciudad y su costa, con el estadio mundialista y, un poco más allá, Robben Island.
Una visita mañanera a Table Mountain puede completarse con recorridos a otros puntos panorámicos de los alrededores de Ciudad del Cabo, viajando a través de carreteras en óptimo estado (y aún los trabajos continúan, mucho después de la celebración de la Copa del Mundo), lo que asegura un traslado seguro y en poco tiempo.
Camino a Cape of Good Hope (“Cabo de Buena Esperanza”), el extremo suroccidental de la región, la primera parada será en Simon’s Town, a cuya bahía de roca y granito sorprendentemente llegan numerosas familias de pingüinos africanos. Asimismo, en agosto y septiembre, se puede realizar un avistamiento de ballenas. En la ruta es posible cruzarse con monos babuinos, los cuales viven en las montañas y no son peligrosos; pero de todos modos los turistas deben cuidar sus pertenencias ante algún espécimen amigo de lo ajeno.
Una vez en Cape of Good Hope, declarada reserva natural desde 1938, las atracciones van desde la exploración de sus costas y el avistaje de aves (hay unas 250 especies) hasta la opción de tomar un funicular que llega hasta el faro de Cape Point: si bien muchos aseguran que aquí se unen los océanos Atlántico e Índico, en realidad en este punto chocan dos de las corrientes más contrastantes (la fría de Benguela y la cálida de Agulhas). No es menos cierto que de cualquier manera vale la pena acceder hasta este precipicio, el vértice de un fin del mundo, o quizás del principio de Sudáfrica, y continuar disfrutando de vistas inmejorables.
Regresando por la denominada Panoramic Route, a través de las ventanillas las imágenes pueden tornarse confusas, entre una austeridad reminiscente al sur argentino, urbanizaciones con bulevares y autos deportivos al estilo de Miami y pueblos blancos sobre la costa azul, como si emularan una villa del mar Mediterráneo.

EL BUEN VINO, PRESENTE.
Por si fuera poco, Ciudad del Cabo ostenta un título que puede ser significativo para buena parte de los argentinos: es una de las Grandes Capitales del Vino a nivel mundial, gracias a sus preciadas “winelands”.
“Si bien ya se estaba produciendo vino en la zona, a fines del siglo XVII muchos franceses escaparon hacia Holanda debido a persecuciones religiosas, y de allí vinieron en barco a Ciudad del Cabo. Con ellos trajeron su experiencia en el arte de la vitivinicultura y desde ese momento los vinos fueron ganando en calidad”, comentará el guía.
Estos enormes viñedos están salpicados por pueblitos pintorescos como Franschhoek, que parece extenderse a lo largo de una sola calle repleta de pequeñas tiendas de diseño, regalerías y cafeterías.
Por su lado, Stellenbosch es más grande. De hecho es la segunda ciudad fundada luego de Ciudad del Cabo y además cuenta con dos sobrenombres: University Town, por su importante universidad, y Town of Oaks, por sus antiquísimos robles que datan de 1812. Este es uno de los tantos puntos sudafricanos donde realizar compras de artesanías, entre las que destacan las tallas en madera, los lienzos pintados a mano y los famosos huevos de avestruz pintados con motivos de animales, mapamundis y paisajes.
Ya al atardecer anaranjado, es hora de dejar atrás las fértiles plantaciones, que desde el aire al abandonar el destino se verán como un fino trabajo de patchwork, tal como la ciudad ha unido los coloridos retazos de varias culturas para mostrarse única ante el mundo.

DATOS UTILES

-Cómo llegar: actualmente South African Airways cuenta con tres frecuencias semanales directas desde Buenos Aires a Johannesburgo (a ello se suman otras con escala en San Pablo), que desde allí conectan con Ciudad del Cabo.

-Dónde alojarse: en la ciudad existe todo tipo de alojamiento, tanto para backpackers como para exigentes. Sobre estos últimos cabe destacar el Taj Cape Town, con toda su suntuosidad al estilo indio, así como los establecimientos de lujo sobre la bahía del Waterfront.

-Dónde comer: las alternativas van desde la gran variedad de opciones del Waterfront hasta las casas de comidas internacionalmente conocidas, aunque uno de los lugares típicos es Gold Museum, donde se puede degustar la típica comida africana y apreciar varias demostraciones rítmicas y culturales durante la velada.

-Tipo de cambio: actualmente US$ 1 equivale a 6,6 rands, la moneda sudafricana. Por ejemplo, tomar un taxi (las tarifas están publicadas en sus puertas) cuesta aproximadamente 2 rands la bajada de bandera y 10 rands por kilómetro recorrido.

-Clima: la temperatura promedio en la costa sudafricana suele rondar los 27ºC grados en verano mientras que baja a 14ºC en invierno. Informes: Embajada de Sudáfrica en Argentina: 4317-2900.

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